Thursday, November 30, 2006

Fuiste joven

Fuiste joven
pero nunca lo supiste
hasta hoy, que el ave ha huido
de tu mano.

Wednesday, November 29, 2006

Sólo encontré una verdad en la vida

Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.
Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién engaña este cielo azul, este mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de meses soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la muerte por las costas de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No tiene otra ley que la persistencia. Sólo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el mar.

Tuesday, November 28, 2006

Agonía

Soy el que ya comienza a no existir
y el que solloza todavía.
Qué cansancio ser dos inútilmente.

Se equivoca de camino

Se equivoca de camino aquel que busca agradar a este vano mundo, pues cuántas veces tiene que mostrar que goza cuando dentro de sí padece. Y en sus momentos más dulces parecer triste y amargo. Al ciego mundo debe complacer, y entregar sus profundidades y sus presentes a quien no merece recibirlos. Y a los errores de los ignorantes asentir con el látigo de sus mentiras.

Remordimiento

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados. Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías. Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona, siempre está a mi lado la sombra de haber sido un desdichado.

Te quiero porque no sos mía

No te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos..., te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invistas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames..., me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado.

Habían soñado sueños distintos

Habían dormido con las cabezas tocándose y ahí, en esa inmediatez física, en la coincidencia casi total de las actitudes, las posiciones, el aliento, la misma habitación, la misma almohada, la misma oscuridad, el mismo tictac, los mismos estímulos de la calle y la ciudad, las mismas radiaciones magnéticas, la misma marca de café, la misma conjunción estelar, la misma noche para los dos, ahí estrechamente abrazados, habían soñado sueños distintos, habían vivido aventuras disímiles, el uno había sonreído mientras la otra huía aterrada, el uno había vuelto a rendir un examen de álgebra mientras la otra llegaba a una ciudad de piedras blancas... Durante mucho tiempo esperó un milagro, que el sueño que Talita iba a contarle por la mañana fuese también lo que él había soñado... Traveler siguió confiando y esperando cada vez menos. Los sueños volvieron, cada uno por su lado. Las cabezas dormían tocándose y en cada una se alzaba el telón sobre un escenario diferente. Traveler pensó irónicamente que parecían los cines contiguos de la calle Lavalle, y alejó del todo su esperanza. No tenía ninguna fe en que ocurriera lo que deseaba, y sabía que sin fe no ocurriría. Sabía que sin fe no ocurre nada de lo que debería ocurrir, y con fe casi siempre tampoco.

Déjame entrar

Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos... ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volvía a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta del pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos.

Vos sos como un testigo

Vos sos como un testigo, sos el que va al museo y mira los cuadros. Quiero decir que los cuadros están ahí y vos en el museo, cerca y lejos al mismo tiempo. Yo soy un cuadro, Rocamadour es un cuadro, Etienne es un cuadro, esta pieza es un cuadro. Vos creés que estás en esta pieza pero no estás. Vos estás mirando la pieza, no estás en la pieza.

Monday, November 27, 2006

Caballo de feria

Caballo de feria
sin paso
sin senda
sin rumbo
sin meta
pero un niño a cuestas.

Wednesday, November 22, 2006

¿hay mayor necedad?

Cien veces he querido suicidarme, pero me sentía con apego a la vida. Acaso esta ridícula flaqueza sea una de nuestras propensiones más funestas: ¿hay mayor necedad que empeñarse en llevar continuamente encima una carga que siempre anhela uno tirar por tierra; horrorizarse de su existencia y querer existir; acariciar la serpiente que nos devora hasta que nos haya comido el corazón?

Tristeza

Tristeza, pues yo soy tuyo
no dejes tú de ser mía.
Mira bien que me destruyo
con ver sólo a la alegría
pretendiendo hacerme suyo.

En el lugar equivocado en el momento equivocado

Pero conozco la historia y las leyendas. Y me han enseñado que, en los momentos importantes, siempre aparece alguien destinado a ser un héroe. Tal vez no lo esperaba, tal vez jamás soñó que caería sobre sus hombros semejante responsabilidad, tal vez simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero estas cosas pasan.

La pantera

Tras los fuertes barrotes la pantera
repetirá el monótono camino
que es (pero no lo sabe) su destino
de negra joya, aciaga y prisionera.

Son miles las que pasan y son miles
las que vuelven, pero es una y eterna
la pantera fatal que en su caverna
traza la recta que un eterno Aquiles
traza en el sueño que ha soñado el griego.

No sabe que hay praderas y montañas
de ciervos cuyas trémulas entrañas
deleitarían su apetito ciego.

En vano es vario el orbe. La jornada
que cumple cada cual ya fue fijada.

¿Acaso lo pedí?

¿Acaso os pedí, Creador, desde mi arcilla, que me modelarais? ¿Acaso os solicité que me sacarais de las tinieblas?

Espeluy

Tarde plana en el tren. Vagón de no fumadores. Se incorporan viajeros. Se animan a hablar. Uno dice que viaja para poner orden en un asunto de familia, ajustar cuentas con alguien y dar un escarmiento.

Al acercarse a su destino afloran nervios. Saca un cigarro, lo enciende.

Miradas de soslayo, murmullos. Uno le recuerda que no puede fumar. Los demás se unen, forman un grupo, le exigen que apague el cigarro.

Tensión.

El hombre se levanta, planta cara al grupo, les reta a decidir quién va a quitarle el cigarro.

Viaja también una madre con su bebé. Esta mujer dirige al fumador una mirada tierna, como la que mostrará a su hijo cuando un día le sorprenda en una travesura. El niño también mira al fumador, y sonríe.

El hombre apaga el cigarro, se sienta. Vuelve la calma.

Tras el viaje dos personas estrechan sus manos, comparten perdón.

Hemorragia interna

Entra en la habitación del hospital como si temiera llegar tarde a una cita. Mira al enfermo y éste, tras la mascarilla y los tubos, reacciona con sorpresa. El visitante y el hombre encamado se estrechan las manos, fuerte, largamente, hablándose con la mirada. El silencio lo ocupa todo, así que la hija del enfermo tiene que salir. Fuera, la muchacha identifica a aquel hombre como el viejo amigo de su padre. Recuerda las charlas y risas de ambos, años atrás, cuando ella era pequeña. Ahora el visitante sale abatido al pasillo. Se acerca a la muchacha y dice: “Dejamos de hablarnos hace años. No recuerdo el motivo. Por una sandez…”. Se gira y echa a andar, haciendo gesto de despedirse con una mano y llevándose la otra a los ojos.

Tuesday, November 21, 2006

Despacio

Despacio porque no sé
dónde quiero ir.
Hay entre mí y mis pasos
una divergencia instintiva.
Hay entre quien soy y estoy
una diferencia de verbo
que se corresponde con la realidad.

Variación

Y al conocer a su hermana o a su padre o a otro familiar cercano descubrimos que lo que en la persona amada nos gusta y creemos tocado de gracia (la forma de la nariz, sus ojos, su mentón...), en su madre o en su hermano presenta un rasgo que reconocemos pero que está prolongado, con un añadido o variación que sobran y desagradan, como si fueran una caricatura del rostro que amamos.

Hijo soy

Hijo soy de mi hijo:
él me rehace.

Monday, November 20, 2006

El olvido te ocupa todo el tiempo

El olvido no es que algo se borre en la memoria,
el olvido te ocupa todo el tiempo, a la hora del trabajo o del aseo, cuando comes o rezas no te olvidas de olvidar.
nadie repite, no hay regresos, lo sabemos, pero no descanso de olvidarte,
me gasto cada noche entera contigo, olvidándote. Tú bien lejos y yo aquí contigo
Te expulso de mí, te exorcizo, te llamo a cada segundo para que salgas de mi alma, para que tu fantasma no me anule.
Ah, nuestros momentos de dicha quedan demasiado lejos y ya no me justifican los insomnios de este olvido minucioso.
Se me va un día entero olvidando cada minuto de nosotros.

Adiós

Muchachos
que nunca fuisteis compañeros de mi vida,
adiós.
Que no seréis nunca compañeros de mi vida,
adiós.
Mano de viejo mancha
el cuerpo juvenil si intenta acariciarlo.
Con solitaria dignidad el viejo debe
pasar de largo junto a la tentación tardía.
Qué dulce hubiera sido
en vuestra compañía vivir un tiempo:
Bañarse juntos en aguas de una playa caliente,
compartir bebida y alimento en una mesa,
sonreír, conversar, pasearse
mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y esa música.
Adiós, adiós, compañeros imposibles.

Disuelto

Ese vino al que me invitaste
ha disuelto las penas
de mi corazón.

Triste es

¡Hay tranta tristeza en recordar la alegría!

Mi pena

Mi pena es muy mala
porque es una pena
que yo no quisiera
que se me quitara.

Cuando llegue la primavera

Cuando llegue la primavera,
si ya me he muerto,
florecerán las flores del mismo modo
y los árboles no serán menos verdes que la primavera pasada.
La realidad no me necesita.
Siento una enorme alegría
al pensar que mi muerte no tiene ninguna importancia.

¿es que no habrá ningún plan?

Ir a un sentido de justicia universal es perderse; adaptando el principio de Fritz Müller de que la embriología de un animal reproduce su genealogía, o como dice Haeckel, que la ontogenia es una recapitulación de la filogenia, se puede decir que la psicología humana no es más que una síntesis de la psicología animal. Así se encuentran en el hombre todas las formas de la explotación y de la lucha: la del microbio, la del insecto, la de la fiera... Ese usurero que me has descrito, el tío Miserias, ¡qué de avatares no tiene en la zoología! Ahí están los acinétidos chupadores que absorben la sustancia protoplasmática de otros infusorios; ahí están todas las especies de aspergilos que viven sobre las sustancias en descomposición. Estas antipatías de gente maleante, ¿no están admirablemente representadas en ese antagonismo irreductible del bacilo del pus azul con la bacteridia carbuncosa?
-Sí, es posible -murmuró Andrés.
-Y entre los insectos, ¡qué de tíos Miserias!, ¡qué de Victorios!, ¡qué de Manolos los Chafandines no hay! Ahí tienes el ichneumon, que mete sus huevos en una lombriz y la inyecta una sustancia que obra como el cloroformo; el sphex, que coge las arañas pequeñas, las agarrota, las sujeta y envuelve en la tela y las echa vivas en las celdas de sus larvas para que las vayan devorando; ahí están las avispas, que hacen lo mismo arrojando al spoliarium que sirve de despensa para sus crías, los pequeños insectos paralizados por un lancetazo que les dan con el aguijón en los ganglios motores; ahí está el estafilino que se lanza a traición sobre otro individuo de su especie, le sujeta, le hiere y le absorbe los jugos; ahí está el meloe, que penetra subrepticiamente en los panales de las abejas, se introduce en el alvéolo en donde la reina pone su larva, se atraca de miel y luego se come a la larva; ahí está...
-Sí, sí, no siga usted más; la vida es una cacería horrible.
-La naturaleza, cuando trata de reventar a uno, lo revienta a conciencia. La justicia es una ilusión humana; en el fondo todo es destruir, todo es crear. Cazar, guerrear, digerir, respirar, son formas de creación y de destrucción al mismo tiempo.
-Y entonces, ¿qué hacer? -murmuró Andrés-. ¿Ir a la inconsciencia? ¿Digerir, guerrear, cazar, con la serenidad de un salvaje?
-¿Crees tú en la serenidad del salvaje? -preguntó Iturrioz-. ¡Qué ilusión! Eso también es una invención nuestra. El salvaje nunca ha ido sereno.
-¿Es que no habrá ningún plan para vivir con cierto decoro? -preguntó Andrés.
-El que lo tiene es porque ha inventado uno para su uso. Yo hoy creo que todo lo natural, que todo lo espontáneo es malo; que sólo lo artificial, lo creado por el hombre, es bueno. Si pudiera viviría en un club de Londres, no iría nunca al campo sino a un parque, bebería agua filtrada y respiraría aire esterilizado...
Andrés ya no quiso atender a Iturrioz, que comenzaba a fantasear por entretenimiento. Se levantó y se apoyó en el barandado de la azotea.
Sobre los tejados de la vecindad revoloteaban unas palomas; en un canalón grande corrían y jugueteaban unos gatos.
Andrés se fue a la calle.
¿Qué hacer? ¿Qué dirección dar a la vida? -se preguntaba con angustia. Y la gente, las cosas, el sol, le parecían sin realidad ante el problema planteado en su cerebro.

Que yo no tengo la culpa

Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que le sale
de los pechos y las trenzas.

Thursday, November 16, 2006

noción

Querido padre: (...) Siempre me ha resultado incomprensible tu absoluta insensibilidad para el dolor y la vergüenza que podías infligirme con tus palabras y tus valoraciones. Era como si no tuvieses noción de tu poder.

Wednesday, November 15, 2006

Qué hará ese

¿Qué hará ese en medio del campo,
escribiendo en medio del campo,
que ha parado su coche
y se ha puesto a escribir,
ése que a lo mejor soy yo?

Domestícame

Fue entonces cuando apareció el zorro:

-Buen día -dijo el zorro.

-Buen día –respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.

-Estoy aquí –dijo la voz–, bajo el manzano...

-¿Quién eres? –dijo el principito. –Eres muy hermoso...

-Soy un zorro –dijo el zorro.

-Ven a jugar conmigo –le propuso el principito. –Estoy tan triste...

-No puedo jugar contigo –dijo el zorro. –No estoy domesticado.

-Ah, perdón –dijo el principito.

Pero, después de reflexionar, agregó:

-¿Qué significa "domesticar"?

-Es algo demasiado olvidado –dijo el zorro. –Significa "crear lazos...".

-¿Crear lazos?

-Claro –dijo el zorro. –Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Y yo seré para ti único en el mundo... Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, por eso, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira: ¿Ves, allá lejos, los campos de trigo? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Y eso es triste. Pero tú tienes cabellos color de oro. Entonces, cuando me hayas domesticado será maravilloso. El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...

-¿Qué hay que hacer? –dijo el principito.

-Hay que ser muy paciente –respondió el zorro. –Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

Al día siguiente el principito regresó.

-Hubiese sido mejor regresar a la misma hora –dijo el zorro. –Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad. Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:

-Ah -dijo el zorro... -Voy a llorar.

-Es culpa tuya –dijo el principito-, yo no te deseaba ningún mal pero quisiste que te domesticara.

-Claro –dijo el zorro.

-¡Pero vas a llorar! –dijo el principito.

-Claro –dijo el zorro.

-Entonces no ganas nada.

-Sí gano –dijo el zorro–, a causa del color del trigo.

Tuesday, November 14, 2006

El gozo

La del alba sería cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo.

¿Está en ti, noche negra?

El corazón
que tenía en la escuela
donde estuvo pintada
la cartilla primera,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río)

El primer beso
que supo a beso y fue
para mis labios niños
como la lluvia fresca,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río)

Mi primer verso.
La niña de las trenzas
que miraba de frente,
¿está en ti,
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río.)

Pero mi corazón
roído de culebras,
el que estuvo colgado
del árbol de la ciencia,
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

Mi amor errante,
castillo sin firmeza,
de sombras enmohecidas,
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

¡Oh gran dolor!
Admites en tu cueva
nada más que la sombra.
¿Es cierto,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

de la guitarra

Empieza el llanto de la guitarra.
Se rompen las copas de la madrugada.
Es inútil callarla,
es imposible callarla.
Llora por cosas lejanas.
Llora monótona como llora el agua,
como llora el viento sobre la nevada.
Llora flecha sin blanco,
tarde sin mañana
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
Oh guitarra, corazón malherido
por cinco espadas

En la garganta

Me da su arado en el pecho
y su vida en la garganta

Tu nombre

Yo pronuncio tu nombre
en esta noche oscura
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.

Una mujer morena

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre tu cuna.

Monday, November 13, 2006

Quienquiera que no seas

Dog, Soid, Brausen, Elohim, quienquiera que no seas y dondequiera que no estés, señor de las bestias y de los gusanos, legislador de océanos y muchedumbres aniquiladas de hombres, dueño insensato de la ironía y de la destrucción y del azar, tú que la hiciste a la medida exacta de todos mis deseos, que modelaste su cara y sus manos y sus tobillos y la forma de sus pies, que me engendraste a mí y que me fuiste salvando día a día para que me hiciera hombre y la necesitara y la encontrara, no permitas que ahora la pierda, que me envenene el miedo o la costumbre de la decepción, guárdala para mí igual que guardaste a sus mayores para que la trajeran al mundo, y si a pesar de todo me la vas a quitar, no permitas la lenta degradación ni la mentira, fulmíname en el primer minuto de rencor o de tedio, que me quede sin ella y sufra como un perro pero que no me degrade confortablemente a su lado, que no haya tregua ni consuelo ni vida futura para ninguno de los dos, que las manos se nos vuelvan ortigas y tengamos que mirarnos el uno al otro como dos figuras de cera con los ojos de cristal, pero si es posible, concédenos el privilegio de no saciarnos jamás, alúmbranos y ciéganos, dicta para nosotros un porvenir del que por primera vez en nuestras vidas ya no queramos desertar.

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Monday, November 06, 2006

Para que yo me llame

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.

Thursday, November 02, 2006

En la plaza

Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo,
sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.
No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca,
sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.
Como ése que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por las escaleras
y adentrarse valientemente entre la multitud y perderse.
La gran masa pasaba, pero era reconocible el diminuto corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o con fe, con temeroso denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también
transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!