Wednesday, November 12, 2008

Vida sierva

El hombre, bobo de su inspiración, sombra chinesca de su ansia inútil, sigue, rebelado e innoble, siervo de las mismas leyes químicas, en el rodar imperturbable de la Tierra, implacablemente alrededor de un astro amarillo, sin esperanza, sin sosiego, sin otro consuelo que el amparo de sus ilusiones de la realidad y la realidad de sus ilusiones. Gobierna estados, instituye leyes, declara guerras; deja tras de sí memorias de batallas, versos, estatuas y edificios. La Tierra enfriará sin que eso importe. Extraño a eso, extraño desde el nacimiento, el sol, si un día alumbró, dejará de alumbrar; si dio vida, dará asimismo la muerte. Otros sistemas de astros y de satélites darán por ventura nuevas humanidades; otras especies de eternidades fingidas alimentarán almas de otra especie; otras creencias pasarán en corredores lejanos de la realidad múltiple. Otros Cristos subirán en vano a nuevas cruces. Nuevas sectas secretas tendrán en la mano los secretos de la magia o de la cábala. Y esa magia será otra, y esa cábala diferente.

Sólo uno, la obediencia pasiva, sin revueltas ni sonrisas, tan esclava como la revuelta, es el sistema espiritual adecuado a la exterioridad absoluta de nuestra vida sierva.