Tuesday, July 14, 2009

El cielo está aquí

Tú y yo nunca estaremos separados
Es solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción
Solo existe una integridad
un pensamiento
Somos como los rizos
en el vasto océano de la conciencia
-
Ven, vamos a bailar
el baile de la creación
Vamos a celebrar
la alegría de la vida
Los pájaros, las abejas
las galaxias infinitas
ríos, montañas nubes y valles
son todo un ejemplo palpitante
viviendo, respirando
vivos con la energía cósmica
Lleno de vida, de alegría
este universo es mío
-
No tengo miedo
de conocer quién eres tú
Eres mucho más de lo que jamás imaginaste.
Eres el sol
eres la luna
eres la flor silvestre floreciendo
eres la vida pulsante
que late, baila
desde una partícula de polvo
hasta la más lejana estrella

Tú y yo nunca estaremos separados
es tan solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción
-
Vamos a celebrar
la alegría de la vida
Vamos a bailar
el baile de la creación
regresando a nosotros mismos
Nosotros creamos una y otra vez
círculos infinitos que vienen y van
Nosotros gozamos
en la infinidad del tiempo.
Nunca hubo un tiempo
en que yo no existiera y tú no existieras
Nunca habrá un tiempo
en que dejemos de ser
Infinitamente, ilimitadamente
en el océano de la conciencia
somos como rizos
en el mar del gozo
-
Tú y yo nunca estaremos separados
es tan solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción
El cielo está aquí
ahora es el momento de la eternidad
No te engañes a ti mismo
recobra tu felicidad
Una vez estuviste perdido
pero ahora estas en casa
en un universo vecinal
De aquí para allá
es el ilimitado océano de la conciencia
y nosotros somos como rizos
en el océano de la felicidad
-
Ven vamos a bailar
el baile de la creación
Vamos a celebrar
la alegría de la vida
Tú y yo nunca estaremos separados
es tan solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción
El cielo está aquí
ahora es el momento de la eternidad
No te engañes a ti mismo
y recobra tu gozo

Monday, July 13, 2009

Cuarentena

Con qué ferocidad y a qué hora importuna
salen tus veinte años de la fotografía
para exigirme cuentas.
En los ojos heridos por la luz
sostienes la mirada de mis sobras,
en el descaro de tus profecías
desdeñas la lealtad de mis recuerdos,
en la piel transparente
anegas el cansancio de mi piel
y defines mis años por traiciones.

No escandalices más,
hablemos si tú quieres,
elige tú las armas y el paisaje
de la conversación,
y espera a que se vayan
los invitados a la cena fría
de mis cuarenta años.
Por evaporaciones,
como las aguas sucias de los charcos
se acercan a las nubes,
caminaré contigo
hasta la plaza de tu juventud.
Allí están los magníficos
árboles de las ciencias y las letras
con sus palabras en el mes de mayo,
y el orden de los números
a la orilla del tiempo,
más cerca de las sumas que de las divisiones.

Imagino tu voz, supongo el aire
-porque a veces regresa hasta mis labios
en noches de espesura-
con el que afirmarás
que toda libertad es una roca,
que no faltan el viento y las razones,
sino la voluntad en el timón,
para gritar después que mi conciencia
es ya ropa tendida,
palabras puestas a secar.

Tendrás razón. No digo
ni la mitad de lo que siento.
Pero recuerda que mi soledad,
la que arde en mi lámpara de desaparecido,
es el silencio de las causas públicas.
Y puedes comprenderme:
mis mujeres dormidas,
el cajón de los barcos indefensos,
un teléfono antiguo...,
todas las tachaduras se parecen
a la inquietud que sufres
ante la vida en blanco.

Ya que fuerzas mis sombras con tu luz
comprende mi silencio en tus exclamaciones.
Porque sabes que sé
el lado frágil de la impertinencia,
lo que hay de imitación en tu seguridad,
la certeza que llega de los otros
para empujarte
por el afán de ser el elegido,
por el deseo de gustar,
hasta vivir de oídas en muchas ocasiones.

Aceptaré las quejas, si tú me reconoces
la legitimidad de la impostura.

Ahora que necesito
meditar lo que creo
en busca de un destino soportable,
me acerco a ti,
porque sabías meditar tus dudas.
Cuando tengas la edad que se avecina,
admitirás el tiempos de los encajadores,
la piel gastada y resistente,
el tono bajo de la voz
y el corazón cansado de elegir
sombras de pie o luz arrodillada.

Después de lo que he visto y lo que tú verás,
no es un mal resultado, te lo juro.
Baja conmigo al día,
ven hasta los paisajes verdaderos
en los que discutimos,
y me agradecerás
la difícil tarea de tu supervivencia.