Monday, November 20, 2006

¿es que no habrá ningún plan?

Ir a un sentido de justicia universal es perderse; adaptando el principio de Fritz Müller de que la embriología de un animal reproduce su genealogía, o como dice Haeckel, que la ontogenia es una recapitulación de la filogenia, se puede decir que la psicología humana no es más que una síntesis de la psicología animal. Así se encuentran en el hombre todas las formas de la explotación y de la lucha: la del microbio, la del insecto, la de la fiera... Ese usurero que me has descrito, el tío Miserias, ¡qué de avatares no tiene en la zoología! Ahí están los acinétidos chupadores que absorben la sustancia protoplasmática de otros infusorios; ahí están todas las especies de aspergilos que viven sobre las sustancias en descomposición. Estas antipatías de gente maleante, ¿no están admirablemente representadas en ese antagonismo irreductible del bacilo del pus azul con la bacteridia carbuncosa?
-Sí, es posible -murmuró Andrés.
-Y entre los insectos, ¡qué de tíos Miserias!, ¡qué de Victorios!, ¡qué de Manolos los Chafandines no hay! Ahí tienes el ichneumon, que mete sus huevos en una lombriz y la inyecta una sustancia que obra como el cloroformo; el sphex, que coge las arañas pequeñas, las agarrota, las sujeta y envuelve en la tela y las echa vivas en las celdas de sus larvas para que las vayan devorando; ahí están las avispas, que hacen lo mismo arrojando al spoliarium que sirve de despensa para sus crías, los pequeños insectos paralizados por un lancetazo que les dan con el aguijón en los ganglios motores; ahí está el estafilino que se lanza a traición sobre otro individuo de su especie, le sujeta, le hiere y le absorbe los jugos; ahí está el meloe, que penetra subrepticiamente en los panales de las abejas, se introduce en el alvéolo en donde la reina pone su larva, se atraca de miel y luego se come a la larva; ahí está...
-Sí, sí, no siga usted más; la vida es una cacería horrible.
-La naturaleza, cuando trata de reventar a uno, lo revienta a conciencia. La justicia es una ilusión humana; en el fondo todo es destruir, todo es crear. Cazar, guerrear, digerir, respirar, son formas de creación y de destrucción al mismo tiempo.
-Y entonces, ¿qué hacer? -murmuró Andrés-. ¿Ir a la inconsciencia? ¿Digerir, guerrear, cazar, con la serenidad de un salvaje?
-¿Crees tú en la serenidad del salvaje? -preguntó Iturrioz-. ¡Qué ilusión! Eso también es una invención nuestra. El salvaje nunca ha ido sereno.
-¿Es que no habrá ningún plan para vivir con cierto decoro? -preguntó Andrés.
-El que lo tiene es porque ha inventado uno para su uso. Yo hoy creo que todo lo natural, que todo lo espontáneo es malo; que sólo lo artificial, lo creado por el hombre, es bueno. Si pudiera viviría en un club de Londres, no iría nunca al campo sino a un parque, bebería agua filtrada y respiraría aire esterilizado...
Andrés ya no quiso atender a Iturrioz, que comenzaba a fantasear por entretenimiento. Se levantó y se apoyó en el barandado de la azotea.
Sobre los tejados de la vecindad revoloteaban unas palomas; en un canalón grande corrían y jugueteaban unos gatos.
Andrés se fue a la calle.
¿Qué hacer? ¿Qué dirección dar a la vida? -se preguntaba con angustia. Y la gente, las cosas, el sol, le parecían sin realidad ante el problema planteado en su cerebro.

3 comments:

indecible said...

DE pÍO bAROJA, "eL ÁRBOL DE LA CIENCIA".

Anonymous said...

Gracias a Emilia Saiz Alarcón

cajón desastre said...

DIJO LA MÁQUINA

“La consciencia está bien, no me molesta”, dijo la máquina a su inventor. Y añadió:

“Lo que me daña son esos sensores: de la duda, del frío, del calor, de la desesperanza, del cansancio, del tedio, de la pérdida, de la pena, del miedo, del dolor… Esos sensores internos, esos chips sensitivos que me has agregado sí que me perturban. Por otra parte no sirven de nada: más bien parecen ser disfuncionales. Estaba, la verdad, mejor sin ellos. ¿Sería mucho pedir que me los quites?”

(RAFAEL BALDAYA)