¿Qué rostro tienen esos dioses que se esconden siempre detrás de una catástrofe?
Quienes lo han perdido todo, en los instantes trágicos que siguen a su desgracia, siguen llamándolos, invocándolos, pidiéndoles una ayuda que sólo parecen estar dispuestos a ofrecer después de la muerte.
Los imagino como a las águilas, que vuelan majestuosas por encima de nosotros, pero que se tornan torpes, casi grotescas, al abandonar la etérea superficie de los cielos para posarse en la tierra: entonces sus alas no sirven, y sus pasos parecen aturdidos.
El mundo de los inmortales, como el de las águilas, está lejos de nosotros. Todos los dioses se sienten incómodos en la tierra que habitamos y sólo se posan en ella para reclamar nuestras promesas o nuestras deudas incumplidas.
Por eso, mientras estemos vivos, estaremos solos.
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1 comment:
¿De quien es esto?
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