¿Hemos de sacrificar a la doncella en el altar de un dios que reclama su sangre
para confirmar su poder sobre nosotros,
y comprobar que su grandeza no sufre menoscabo con el paso del tiempo?
Rómpase la grandeza del dios en mil pedazos,
que la lepra corroa la púrpura que cubre su soberbia figura,
y que su eternidad se reduzca a ceniza.
Y prevalezca la sencilla gracia de la doncella
viva, fugaz, irrepetible,
su sonrisa tan clara,
su alegría que ella no sabe efímera, y por tanto es
en su ser presente inmortal
un instante
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2 comments:
pOR áNGEL gONZÁLEZ
ame gustó este sitio
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