Monday, September 01, 2008

Víspera de viaje

Víspera de viaje, campanilla...
¡No me avisen con excesiva estridencia!

Quiero disfrutar del reposo de la estación del alma que tengo
antes de ver avanzar hacia mí la llegada de hierro
del tren definitivo,
antes de sentir la partida verdadera en la boca del estómago,
antes de poner en el estribo un pie
que nunca aprendió a no emocionarse siempre que tuvo que partir.
Quiero, en este momento, fumando en el apeadero de hoy,
seguir todavía un poco agarrado a la antigua vida.
Vida inútil, que sería mejor dejar, que es una celda…
¿Qué importa?
Todo el Universo es una celda, y estar preso no tiene nada que ver con el tamaño de la celda.

Me sabe a náusea próxima el pitillo. El tren ya partió de la otra estación...
Adiós, adiós, adiós, a todos los que no vinieron a despedirse de mí,
mi familia abstracta e imposible.
¡Adiós día de hoy, adiós apeadero de hoy, adiós vida, adiós vida!
Quedarme como un bulto con etiqueta olvidado,
en un rincón del resguardo de pasajeros del otro lado de la vía.
Ser encontrado por el guarda casual después de la partida
«¿Y ésta? ¿Se la habrá dejado un tipo aquí?»
Quedarse pensando solo en partir,
quedarse y tener razón,
quedarse y morir menos...

Voy hacia el futuro como hacia un examen difícil.
¿Si el tren nunca llegara y Dios se apiadara de mí?

Ya me veo en la estación, hasta aquí simple metáfora.
Soy una persona perfectamente presentable.
Se nota -dicen- que he vivido en el extranjero.
Mis modales son de hombre educado, evidentemente.

Tomo la maleta, rechazando al mozo, como a un vicio vil.
Y la mano con que tomo la maleta me tiembla.

¡Partir!
Nunca volveré,
Nunca volveré porque nunca se vuelve.
El lugar al que se vuelve siempre es otro,
la estación a la que se vuelve es otra.
Ya no está la misma gente, ni la misma luz, ni la misma filosofía.

¡Partir! ¡Dios mío, partir! ¡Me da miedo partir!...

2 comments:

indecible said...

pOR fERNANDO pESSOA

Pandora said...

A mí también me da miedo partir, decir adios a todo lo de atrás. Tengo pánico de decidir cuándo y cómo me voy porque no sé si después encontraré lo que busco y no sé tampoco si la soledad me pesará como una losa. Qué cobardía la de mi corazón.