Sunday, June 29, 2008

Me voy a quedar aquí

Sin mucha elección
y casi sin quererlo,
él era un joven
a bordo de un autobús
que cruzaba Carolina del Norte
rumbo a
algún lugar
y empezó a nevar
y el autobús paró
en un café
sobre las colinas y
los pasajeros
entraron.
Él se sentó en el mostrador
con los demás,
pidió y le
trajeron su comida,
que estaba particularmente buena,
lo mismo que el café.
La camarera no era
como las mujeres que él
había conocido.
No se hacía la interesante,
un humor natural emanaba
de ella.
El cocinero decía
cosas locas.
El lavacopas,
atrás,
se reía
con una risa
limpia
y placentera.
El joven miraba
la nieve a través de las
ventanas.
Quería quedarse
en ese café
para siempre.
Un curioso sentimiento
lo inundó:
que todo
era
bello
ahí,
que todo permanecería
siempre bello
ahí.
Entonces el chófer
indicó a los pasajeros
que ya era tiempo de irse.
El joven
pensó, me voy a quedar
aquí, me voy a quedar aquí.
Pero
se levantó y siguió a
los otros hasta
el autobús.
Encontró su asiento
y miró el café
por la ventanilla.
El autobús arrancó,
dobló una curva,
y fue camino abajo,
alejándose de las colinas.
El joven
miraba
hacia adelante.
Los otros pasajeros
charlaban
de otras cosas,
leían
o
intentaban
dormir.
No se habían dado cuenta
de la magia.
El joven
puso su cabeza
contra el asiento,
cerró los ojos,
fingió
dormir.
Nada quedaba,
sólo escuchar el
sonido
del motor,
el sonido de las
ruedas
en la nieve.

Thursday, June 26, 2008

A Toisha me la mataron de un cañonazo

En este instante en que un dolor inmenso
es incapaz de hacerme mover un solo dedo,
yo te prometo, oh dulce esposa mía asesinada,
oh madrecita sin haber parido, oh muerta,
colgar tu atroz recuerdo cada noche de un pelo,
y que desiertos de tinieblas moradas
o amargas noches de insomnio y sobresalto
sean incapaces de ahogarme como a un niño.

Friday, June 13, 2008

Esa mano

Esa mano, que se aferra a un bolígrafo como a un clavo ardiendo, se aferró en un tiempo remoto al tirante del sujetador o del camisón de una mujer, mientras la boca del recién nacido buscaba a ciegas un pezón. Más tarde, cuando su dueño braceaba satisfecho en el interior de la cuna, aleteó delante de sus ojos como un pájaro inexperto. Con ese pájaro exploró cada uno de los rincones de su ser, incluidas las remotas ingles, la boca húmeda, los misteriosos oídos. Esa mano llevó consuelo al sexo, pan a la boca, caricias al novio o a la novia. Abrió grifos, puertas, encendió luces, reparó heridas, dibujó adioses en el aire, batió huevos, cosió dobladillos, apagó fuegos, aplicó cremas. Tal vez pegó. Esa mano escribió dictados y anotó números de teléfono. Por ella pasaron monedas y billetes, telegramas y cartas. Arrojó piedras, abrochó botones, sus dedos calcularon la profundidad de una arruga en la ropa, quizá en el cuerpo. Conoció el tacto del agua y de la tierra, el peso de un libro y el de una taza de café. Sabía cosas que la cabeza de su dueño ignoraba, como el número de teléfono de mamá o la disposición de las letras en el teclado del ordenador. Esa mano.

Monday, June 02, 2008

Ítaca

Si vas a emprender el viaje a Ítaca
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo,
que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos.
Invierte cuanto puedas en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella no hubieras emprendido el camino.
Más ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya lo que las Ítacas designan.

Sunday, June 01, 2008

Gritos

gritos de niños gritos de mujeres gritos de pájaros gritos de flores gritos de maderas y de piedras gritos de ladrillos gritos de muebles de camas de sillas de cortinas de cazuelas de gatos y de papeles