En este instante en que un dolor inmenso
es incapaz de hacerme mover un solo dedo,
yo te prometo, oh dulce esposa mía asesinada,
oh madrecita sin haber parido, oh muerta,
colgar tu atroz recuerdo cada noche de un pelo,
y que desiertos de tinieblas moradas
o amargas noches de insomnio y sobresalto
sean incapaces de ahogarme como a un niño.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
3 comments:
pOR cAMILO jOSÉ cELA
el dolor puede ser peligroso, nunca hay que deja que engendre odio. Al menos, así pienso yo.
Así es, Yahuan. Rabia sí. Pero odio no.
Post a Comment